Discurso íntegro de Dª Antonia García y Miguel Moyano

Discurso de Dª Antonia García Palma

 

Buenas tardes, nos jubilamos en septiembre de 2020 y junto a Fernando hemos sido los componentes del departamento de física y química desde 2010.

Durante los 10 años de trabajo con Fernando solo podemos tener palabras de gratitud y elogio a su persona, parece tópico decir esto en este acto, pero es cierto.

Ha sido fácil trabajar con Fernando porque teníamos una gran sintonía e igual manera de desarrollar nuestro trabajo, siempre compartiendo el trabajo personal desinteresadamente, desdoblado los grupos para hacer prácticas en horas fuera de nuestro horario, supliéndonos cuando alguno de nosotros faltaba y nuestro horario lo permitía, con un único objetivo, que nuestro alumnado obtuviese la mejor preparación. Y sobre todo siempre trabajando con una sonrisa en su cara, siempre tan afable, cariñoso y entregado, un trabajador nato. Nunca utilizó sus circunstancias personales para eludir el trabajo, su capacidad de trabajo la pudimos apreciar todos en su etapa de jefe de estudios.

Algunos recordaréis nuestro programa de radio, discos dedicados, en nuestra radio Hogwarts Isasa durante la época de confinamiento, en mi última dedicatoria ya le citaba así:

"Me encanta esta profesión porque he tenido la suerte de compartir departamento con los mejores compañeros, Fernando, mi amiga Lola, y por supuesto Miguel".

Tanto Miguel como Fernando han sido jefes de estudios, y yo siempre su jefa de departamento, nunca en los 10 años trabajando juntos hemos tenido ningún dime ni direte y como prueba deciros, que la reunión de departamento de reparto de niveles al inicio de curso no duraba más de 10 minutos.

Tengo muchos recuerdos vividos con él, que es difícil sintetizar en unos minutos:

A nivel de trabajo hemos compartido muchas horas en el departamento, él con su portátil trabajando sus pulcros apuntes, resúmenes, ejercicios resueltos con interminables decimales en los resultados… y comentando cómo nos habían ido las clases del día, dándonos consejos mutuos. Recuerdo también que siempre estaba dispuesto a echarme una mano en las actividades de los proyectos Erasmus e intercambios de alumnos antes de ser jefe de estudios, cuando él no tenía ninguna relación con dichos proyectos, así por citaros algo, me ayudó a preparar la cata de aceite en el primer Erasmus y conservo un cortador de manzanas a gajos que me regaló cuando tuvimos que partir un montón de manzanas.

A nivel personal, ya sabéis que en nuestro centro siempre se han cuidado mucho las relaciones personales compartiendo desayunos, comidas, fiestas… haciendo que todas estas actividades nos hagan sentirnos no como compañeros sino AMIGOS. En mi memoria quedará siempre la alegría cuando consiguió la plaza definitiva en nuestro centro y su llamada telefónica, nada más enterarse para compartirlo con nosotros. Conservo de él, con cariño, una libreta de notas con las tapas de la tabla periódica que me trajo de un viaje, pero lo que siempre conservaré de él será su sonrisa, su amabilidad y el afecto que siempre tuvo hacía mí.

Allá donde te encuentres te quiero decir muchas gracias por cruzarte en mi camino y siempre te recordaré.

 

Antonia

 

 

Discurso de D. Miguel Moyano Torralbo

 

Todos quedamos impactados por la terrible e inesperada noticia. No nos podíamos creer que Fernando se hubiera ido.

Hemos sido compañeros durante más de diez años y durante este tiempo pude apreciar la calidad humana y profesional de Fernando ya que compartimos muchísimos momentos en lo que lo puramente profesional se mezclaba con la amistad.

En lo profesional, no podría hacer ningún reproche a Fernando. Nunca hubo ningún mal momento ni ningún mal rollo, siempre hubo (como ha dicho Antonia) una sintonía especial que hacía que llegar a acuerdos en temas de horarios, de reparto de cursos, de cómo enfocar cuestiones curriculares… siempre fuera muy fácil, y creedme que compartíamos tantas cosas que tener algún desencuentro no hubiera sido difícil.

Pero no, no lo hubo. Cuando impartíamos el mismo curso y él daba a un grupo y yo a otro la compenetración era total. Siempre nos poníamos de acuerdo en cada tema, como desarrollarlo, que pruebas de evaluación poner, que criterios de corrección aplicar, y por supuesto siempre nos la ingeniábamos para poner el mismo examen y al mismo tiempo, de modo que nuestro alumnado no pudiese sentirse de alguna manera diferenciado o discriminado. Y sí, nunca hubo un momento de disgusto ni ninguna contrariedad.

Nuestra etapa como compañeros también tuvo paralelismo, yo fui su Jefe de Estudios y luego él tomó el relevo, y fue mi jefe de estudios durante mis últimos años en activo.

Como Jefe de Estudios nunca tuve queja de él. Fue un profesor excelente, comprometido y cumplidor y nunca tuvo problemas en sus relaciones con compañeros, alumnos y familias, así como en sus labores tutoriales.

Cuando él ejerció como Jefe de Estudios, siempre fue una persona que tenía muy clara su función y cómo llevar a cabo las tareas de su cargo con gran responsabilidad y profesionalidad. De esta etapa podría contar alguna anécdota ya que en ocasiones se me acercaba, me decía “ven pacá, ven pacá” y me metía en el despacho para hacerme alguna confidencia o alguna consulta o para pedirme, en algún caso, consejo de cómo enfocaría yo alguna cuestión desde la perspectiva de mis años de experiencia en el cargo. Pero no hacía falta, él siempre tenía muy claro cómo hacerlo y como resolver el problema.

Aparte de lo puramente profesional, también pudimos compartir muchos momentos más relajados y divertidos, donde la relación con Fernando una vez más nos demostraba su calidad humana. 

Recuerdo que realmente conocí a Fernando no en el centro, si no en una celebración en la casa de María Muñoz, tal vez en la comida de navidad, que por entonces celebrábamos en la casa de nuestra compañera en el Carpio. Aquella vez vino como acompañante de Paqui, su mujer, que en aquella época era compañera nuestra aquí en el Santos Isasa. Ya pude ver en aquella ocasión que a Fernando le encantaba disfrutar con los compañeros y amigos y es que eso se le notaba. Siempre mantenía su semblante risueño y su cara de satisfacción. Porque la verdad es que era muy difícil ver a Fernando enfadado o con cara agria o malhumorado.

Fernando siempre estuvo dispuesto a compartir una comida, un cumpleaños, o una celebración de las que tradicionalmente hemos tenido en nuestro centro. Porque las relaciones humanas eran para él muy importantes.

Durante este tiempo siempre estuvo pendiente de conseguir su plaza definitiva en el Santos Isasa. Por razón de edad, le toco esperar pacientemente a que nos llegara la hora de nuestra jubilación, y cuando por fin lo consiguió, una jugarreta del destino no quiso que ni tan siquiera pudiera hacerla efectiva. 

Esta es una de tantas cosas que nos llena de rabia de tu marcha, que tan temprano nos privó de tu amistad.

Fernando siempre te echaremos de menos.

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